La falta de autoestima no es un “defecto” con el que hemos nacido, es consecuencia de un determinado proceso de aprendizaje que podemos desaprender.

 

“TIENES QUE TENER MÁS AUTOESTIMA”
“NO DEBERÍA IMPORTARTE LA MIRADA DE LOS DEMÁS”
“ERES DEMASIADO DEPENDIENTE”
“TIENES QUE QUERERTE”

 

Hay una verdadera inundación en las redes sociales de eslóganes facilones sobre la autoestima y el ¡quiérete a ti misma! Muy a menudo nos damos unas a otras este tipo de consejos muy alegremente sin darnos cuenta de qué es lo que estamos diciendo exactamente.

 

Sí, es lo ideal que todas lleguemos a la edad adulta con una autoestima que no se tambalee con el juicio ajeno, que nuestro bienestar no depende de fulanita o menganito, y que tengamos una base interna firme en donde apoyarnos, pero las preguntas habituales de las mujeres que sienten falta de autoestima es “¿y cómo hago para valorarme si no me valoro?” o ¿Cómo hago para que la mirada de otras personas no me importe tanto?”

 

La autoestima no depende de la voluntad de tenerla. No es un chip que se pueda comprar en una tienda. Decirnos o decirle a alguien que “tiene que tener más autoestima” no sirve para nada más que para avergonzarla o hacerle sentir culpable o frustrada …y, sobre todo, deja fuera lo más importante:  la autoestima no se crea de la nada.

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

 

Todas sabemos que la autoestima tiene un peso esencial en nuestra vida.  Influye en la forma en que nos tratamos, nos pensamos y nos miramos, en la forma en que nos relacionamos y en nuestra capacidad para responder a los avatares de la vida. Una autoestima sana se siente merecedora de que me vaya bien y con confianza en mi capacidad de responder a los desafíos que nos van llegando.

 

Virginia Satir definía la autoestima cómo “la capacidad de amarnos, valorarnos y respetarnos”. Tiene también que ver con nuestro autoconcepto, es decir, las ideas y creencias que tengo sobre mí, y con mi autoimagen, la imagen que tengo de quién soy o cómo me veo.


Pero ¿de dónde viene la idea que tengo de que quien soy o la imagen que tengo de mí?¿De dónde viene mi forma de cuidarme o tratarme?

Nacemos en un estado de absoluta indefensión y dependencia. El proceso que lleva de esa dependencia a la autonomía es un camino largo y lleno de pequeños e importantes pasos. Hemos aprendido a reconocernos en un diálogo con la mirada de las personas que nos criaron, hemos desarrollado formas de mirarnos, percibirnos valorarnos… A veces la consecuencia de ese proceso es precisamente una autoestima baja.

 

Si no fui valorada o vista, o se me criticó a menudo, o se me comparaba o me pusieron expectativas imposibles de cumplir a mi edad etc. es probable que mi autoestima hoy en día sea baja.

Otro punto igualmente importante y a tener en cuenta es que estamos atravesadas por un contexto social cultural con determinados, valores expectativas y exigencias Durante nuestra educación y socialización recibimos mensajes, nos bombardean con estereotipos etc. que han colaborado en la conformación de la mirada que tengo sobre quien soy y la creación de ese “ideal” de cómo debería ser con el que generalmente nos comparamos ( y salimos perdiendo). Esto afecta a la autoestima.

 

¿CÓMO SANAR LA AUTOESTIMA?

 

  • Mirar la infancia y sanar la niña interior. Hace falta un proceso para poder reparar las heridas, para acoger y sostener a esa niña interior que tal vez fue abandonada, para la que no hubo tiempo, a la que tal vez no se valoró por sí misma, o a la que se le exigía más allá de sus capacidades reales…

 

  • Revisar el autoconcepto (las creencias que tengo sobre quien soy, cómo me defino, me pienso) y la autoimagen (cómo te ves a ti misma, tus capacidades…) Es importante deshacer las viejas creencias sobre ti para re-conocerte (conocerte de nuevo). Un espacio donde puedas reaprender a mirarte desde el cuidado y la aceptación.

 

  • Se trata de actualizar tu mirada a una más limpia y acorde con lo real y no con lo idealizado. Todas nos comparamos o aspiramos a un yo ideal, ese ser perfecto que si llegáramos a ser seríamos queridas, valoradas etc. Ser conscientes de nuestras capacidades y cualidades reales y aspirar a metas e ideales asumibles.

 

  • Cultivar una mirada amable. Pienso que finalmente quererse a una tiene que ver con la capacidad de mirar amablemente nuestras oscuridades y renunciar a la loca idea de la perfección. Si, somos egoístas, manipulamos, nos hacemos pequeñas/grandes, exigimos, tenemos aspectos ridículos …Ser amable es poder mirarte con honestidad y claridad, no es una excusa ni un todo vale ni quitarte de encima la responsabilidad, pero sí es acogerte humana, falible. Y reconocerte en proceso y aprendiendo.

 

Como dice Maureen Murdock: Sé buena contigo misma. Pasito a pasito.

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